¡Hola, hola! llevamos mucho tiempo sin pasarnos por aquí, pero hoy os traemos una temática que está a la orden del día…el síndrome del emperador o niño rey. Si no estás seguro de que trata sigue leyendo.
¿QUÉ ES?
El síndrome del emperador o “niño rey” es una situación que cada vez más se está viviendo en las familias. Consiste en que los hijos, ya sean niños o adolescentes, desarrollan un grado de poder o autoridad superior al de los padres, ejerciendo sobre ellos el derecho de que hagan lo que quieran. En algunos casos, estos niños llegan a ejercer violencia física hacia sus padres (golpear, morder, empujar, lanzar objetos o comida..), hacia el mobiliario (romper cosas de la casa u objetos personales…), pero también mediante la violencia verbal y no verbal, a través de insultos, amenazas, malos gestos, miradas retadoras… o económica, robando dinero a la familia o imponiendo que le compren objetos que desee.
Estas situaciones pueden derivar en miedo por parte de las figuras parentales hacia sus propios hijos/as, consiguiendo así su fin, es decir, lograr todo lo que desean. Esto tiene graves consecuencias, puesto que se altera profundamente la etapa de la niñez y adolescencia, así como la experiencia parental. alterando así la vida normal de cada niño.
CARACTERÍSTICAS
Los niños emperador tienen una serie de características en común:
- No se ponen en el lugar de las otras personas, es decir, no tienen empatía.
- No son capaces de resolver los problemas de una manera asertiva y sin violencia.
- Tienen un nivel muy bajo de tolerancia hacia el resto.
- No admiten límites y normas.
- En muchos casos es habitual que tengan baja autoestima.
- Son egocéntricos y egoístas, solo se centran en ellos mismos y su bienestar.
- No aceptan nunca un “no”.
- Tienen continuas pataletas y rabietas.
- Intenta llamar siempre la atención del resto.
- No sienten culpa.
- Tienden a echar la culpa al resto de personas.
Por otro lado, en lo que se refiere a características demográficas son muchos los estudios (Howard, 2011; Martínez et al., 2015) que señalan que el 60-80% de los agresores son varones, siendo frecuentemente entre los 14 y 17 años. Respecto a las víctimas, las agresiones se dirigen especialmente hacia las madres y cuidadoras, siendo un 70-90% del total. Este hecho tiene relación con la idea de que la madre se perciba como débil, porque es quien pasa más tiempo con los hijos o porque generalmente son las que asumen el rol de la crianza. La edad de los progenitores que sufren violencia ascendente se centra en la franja 40-60 años.
CAUSAS
Pueden haber varias causas:
- Genéticas: se ha comprobado que los niños con este síndrome poseen una estructura cerebral que entorpece la parte afectiva (emociones, empatía, respeto, responsabilidad, tolerancia, ausencia de sentimiento de culpa…) y la toma de conciencia de estos. Esto provoca que los pequeños utilicen a sus padres como herramientas que sacian sus impulsos y les proveen de objetos que ellos quieran sin que piensen en las consecuencias que esto pueda tener. Además, este tipo de menores pueden tener problemas en el ámbito escolar provocando una constante preocupación en las familias. Otras sintomatologías que se dan en estos casos son depresión, TDAH, transtorno de ansiedad o conducta desadaptativa.
- Contexto familiar: en la mayoría de las ocasiones, este comportamiento viene propiciado por las pautas de crianza que se dan en el ámbito familiar. Entre las pautas relacionadas con el comportamiento dictatorial, y agresivo, se encuentra la asistencia o inadecuada vinculación afectiva, una disciplina inconsciente o, por el contrario, una disciplina altamente punitiva, llegando incluso al empleo de la fuerza física como estrategia contingencial. Otra de las situaciones que puede derivar en esta conducta, es la falta de tiempo que se le dedica a los menores, lo cual conlleva en muchas ocasiones en que las familias suplan dicha falta de atención con objetos materiales o brindando al menor todo lo que pida. Por otro lado, en algunas ocasiones, si los niños son hijos únicos y se les presta toda la atención y se les da lo que piden, podrían acabar siendo niños emperadores.
- Contexto escolar: los niños también pasan mucho tiempo en las escuelas y, junto a la familia, son los mayores agentes socializadores y educadores. Sin embargo, en los últimos tiempos ambos agentes están perdiendo autoridad, al no trabajar en equipo para conseguir una educación productiva. De esta manera, en los centros escolares, el alumnado también considera que son la autoridad para los profesores y acaban consiguiendo lo que quieren.
- Contexto social: con el paso del tiempo, nos estamos convirtiendo en una sociedad cada vez más consumista, individualista y con éxito, consecuencias y premios inmediatos… lo que provoca que los menores con más frecuencia crean que pueden tener todo inmediatamente, sin esfuerzo ni trabajo y, sobre todo, refuerza la idea de que lo importante es lo material.
¿CÓMO EVITARLO O SOLUCIONARLO?
En primer lugar, es necesario destacar que en ningún caso la respuesta correcta ante estas situaciones será la violencia, ni verbal ni física, ni tampoco los castigos extremos e/o incoherentes, puesto que lo único que se conseguirá será empeorar la situación. Opuestamente, tampoco es una respuesta adecuada adquirir una postura extremadamente permisiva y pasiva con este comportamiento, ya que lo único que se consigue es confundir al menor y que siga haciendo lo que quiera, al no tener unas pautas que seguir.
En segundo lugar, una de las claves es ser un ejemplo para los niños desde pequeños, debido a que estos aprenden por imitación, especialmente de las figuras parentales.
- Fomentar la comunicación afectiva en las familias, de manera que todos los miembros sean capaces de explicar libremente sus emociones, pensamientos… y el resto les escuchen y traten de entenderlos. De esta manera, se crea un ambiente de afectividad en la familia en el que haya vibraciones positivas, ayudando a mejorar las relaciones de apego en la familia.
- Trabajar la gestión de las emociones en la familia, sobre todo la ira y la frustración, con el fin de que aprendan a canalizarlas y eviten el uso de la violencia.
- Trabajar el refuerzo positivo y las consecuencias cuando sobrepasan un límite. Es importante que con cada conducta haya una consecuencia.
- Poner límites y normas en la familia de manera que los menores sepan qué tienen que hacer, cómo y hasta dónde pueden llegar. En función de la edad de los menores, es importante que se les involucre a la hora de marcar las consecuencias. Destacar que este proceso no es algo rápido, sino que se tienen que ir implementando poco a poco, lo fundamental es se trabajen firmemente y no se den pasos para atrás. Os dejamos la entrada de blog en la que hablamos de esto: https://centromayeutica.es/blog/la-familia-limites-normas/
- Enseñar que no se les puede dar todo lo que piden y que hay cosas que pueden ser prescindibles. Asimismo, es importante trabajar la cultura del esfuerzo, y no dar las cosas inmediatamente, fomentando así el valor del trabajo y de lo necesario.
- Pasar tiempo de calidad con los niños, ya sea de ocio, haciendo actividades… Pero siempre dedicando el 100% de ese tiempo a ellos.
¿Conocíais el síndrome del emperador?¿Creéis que es común en nuestras sociedad?
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