¡Buenas tardes! Hoy os traemos un blog en colaboración con Bea, instructora de meditación, maestra de reiki y terapeuta ocupacional de Kelaia Bio.
Junto a ella, queremos hablaros de un tema de gran relevancia como es la salud mental de los menores. El número de personas en edad adulta que sufren estrés frecuente ha aumentado en la última década, debido a las responsabilidades laborales, familiares, situaciones económicas o las nuevas tecnologías. Del mismo modo, el número de menores que se encuentran en esta situación está aumentando considerablemente en los últimos años.
En muchas ocasiones se utilizan los términos de estrés y ansiedad como sinónimos, sin embargo, son conceptos diferentes, aunque puedan poseer relaciones comunes.
Conceptos clave
Se puede definir el estrés, según la SEAS (Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés) como “un proceso en el cual el individuo se enfrenta a las demandas de una situación importante para él”. Entre estas situaciones se encuentran momentos de amenaza, peligro, daño o pérdida, entre otras. Pero ¿cómo reacciona nuestro cuerpo frente al estrés? Liberando hormonas. Estas permiten que el cerebro esté alerta, los músculos entren en tensión y se produzca un aumento del pulso cardiaco. A corto plazo, esta reacción fisiológica puede ser buena, dado que ayuda a la persona a manejar situación que requieran un desafío o demanda, permitiendo la seguridad y protección del individuo. Sin embargo, una exposición excesiva o continua ante este tipo de situaciones de alerta, puede generar en otro tipo de estrés, como son el patológico, post-traumático o laboral.
En lo que respecta a la ansiedad, esta puede venir desencadenada tras un proceso de estrés; así, la ansiedad se entiende como una emoción desagradable que surge ante una situación que es percibida por la persona como amenazante, generando miedo, temor o inquietud.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que el estrés no desencadena únicamente en ansiedad, sino que puede generar otras reacciones emocionales como satisfacción, alegría, tristeza, enfado…
Algunas cifras
El estudio de ámbito internacional Children’s World realizó una investigación antes de la pandemia a 128 mil menores de 35 países, participando Cataluña como representante de España mediante la Universidad de Girona. Entre los más de 6 mil menores catalanes, el 39% indica sentirse estresado debido a la presión académica ejercida por parte de los padres, la falta de tiempo o las tareas escolares. Durante el periodo prepandemia, el Instituto de la Mente Infantil también desarrolló un estudio acerca de los trastornos de ansiedad infanto-juveniles, concluyendo que en la última década (2008-2018), el número de menores con trastornos de ansiedad había aumentado de un 3,5% a un 4,1%.
Estos datos son aún más alarmantes si se observan las cifras tras la pandemia; según la Academia americana de pediatría durante el año 2020, las emergencias de salud mental aumentaron un 24% en menores de 5 a 11 años y un 31% en los casos de 12 a 17 años. Por su parte, UNICEF indica que en 2021 1 de cada 7 adolescentes tenía problemas de salud mental diagnosticado. Asimismo, si nos enfocados únicamente en España, el Grupo de Trabajo Multidisciplinar sobre Salud Mental en la Infancia y Adolescencia indicó en abril de 2022 que la pandemia ha provocado un aumento de hasta un 47% los trastornos de salud mental en los menores; de manera específica, los casos de trastornos de ansiedad pasaron de un 1,1% al 4%, habiendo cada vez casos más graves, con edades cada vez más tempranas y que derivan en más hospitalizaciones. Asimismo, el Barómetro Juvenil de 2021 señala que “el 15,9% de los jóvenes entre 15 y 19 años declara haber padecido problemas de salud mental con mucha frecuencia, de ellos, un 36,2% afirma tener un diagnóstico por ansiedad o depresión”.
Causas
Aunque pueden ser varias las causas que provoquen estados de ansiedad en niños y adolescentes, como la genética, personalidad, sucesos de la vida, existen varios factores que pueden estar contribuyendo:
- Altas expectativas y presión por alcanzar el éxito: las pruebas estandarizadas, la presión social por ser los mejores, están derivando en grandes situaciones de estrés que otras generaciones anteriores no tenían.
- Mundo actual que parece atemorizante y amenazador: la reciente pandemia por la COVID-19, la situación actual bélica en Ucrania o el aumento de los costes económicos, están generando que muchos menores sientan inseguridad en su día a día debido a la gran incertidumbre.
- Redes sociales: la interconexión constante y la sobreexposición diaria que se produce en las redes sociales promueve la comparación de estilos de vida, cánones de belleza o modas que puedan afectar gravemente en la autoestima de los menores.
Síntomas
De manera general, la ansiedad se manifiesta de manera igualitaria en adultos que en menores; sin embargo, existen ciertas particularidades durante la adolescencia como la ira, la dependencia de personas adultas, aislamiento social o inseguridad.
Otros síntomas pueden ser: sensación de ahogo, miedo, fatiga, sensación de mareo y/o temblor, conductas de evitación, consumo de sustancias, problemas de sueño, cambio en la ingesta de alimentos (TCA), fobia hacia una situación específica, problemas de control de esfínteres (especialmente en caso de niños pequeños), comportamientos autodestructivos…
Mindfulness y menores
En primer lugar, ¿qué es el mindfulness? Es una práctica que se basa en la consciencia y busca prestar una atención plena a lo que sientes y a lo que haces. Para ello, es necesario observar el flujo de tu respiración, tus pensamientos y emociones sin juzgarlas.
Ahora que sabemos en qué consiste, ¿cómo puede ayudar el mindfulness a los menores?
El tiempo de ocio y relajación de los menores a menudo está asociado a ver la televisión y al uso de las nuevas tecnologías como tablets, smartphones, ordenadores, videojuegos, etc. De esta forma, reciben una cantidad desproporcionada de información y estimulación, lo que provoca que el sistema nervioso permanezca siempre alerta y como consecuencia, nuestra memoria de trabajo funcione pobremente, el sentido creativo no fluya y se reduzca nuestra capacidad colaborativa.
Todo esto hace que la atención se vaya volviendo más fugitiva y adicta a la estimulación informativa, por tanto los niños cada vez se aburren más y se sienten más inquietos, demandando aumentar la dosis de estimulación.
Una de las claves para salir de este círculo vicioso de insatisfacción constante es la práctica del Mindfulness, es decir prestar atención al momento presente aquí y ahora, con amabilidad y sin juicio, ser conscientes de lo que está sucediendo en cada momento con compasión, intuición y creatividad.
En el próximo blog os mostraremos algunas técnicas para poner en práctica mindfulness con menores. ¡Estad atentos!